El Gobierno de Pedro Sánchez solo reclamará a corto plazo el dinero comunitario a fondo perdido
“Es un gran acuerdo: logramos 140.000 millones para España, 72.700 en transferencias”, anunció el presidente Pedro Sánchez tras la cumbre de julio en Bruselas, en la que se pactó un bazuca de 750.000 millones para sacar a la economía europea del coma inducido por la covid. El Gobierno español confía en el maná europeo para aprobar un Presupuesto ultraexpansivo que aclare el lúgubre panorama y alargue el horizonte de la legislatura. Pero finalmente es muy probable que España nunca alcance la cifra de 140.000 millones. El Ejecutivo renuncia a casi la mitad de esa cifra por ahora, confirman fuentes de La Moncloa y de Economía: reclama las ayudas directas a fondo perdido, pero no pedirá —al menos a la corta— los casi 70.000 millones en préstamos.
Traducción bíblica: España quiere ya, para 2021-2023, las transferencias que no haya que devolver, pero declina pedir ahora los créditos —que a la postre suponen más deuda— asociados a los fondos europeos. “La Comisión Europea permite pedir los préstamos hasta julio de 2023. ¿Qué ganamos pidiéndolos ahora? Lo haremos, si lo necesitamos, para el periodo 2024-2026”, admiten fuentes gubernamentales. España no es el único país que se tienta los ropajes: Portugal e Italia están en la misma tesitura, e incluso Francia puede llegar a plantearse renunciar a una porción de los fondos que le corresponden vía créditos.
Hay razones de peso para ello. Una: las compras multimillonarias del Banco Central Europeo (BCE) han reducido al mínimo los tipos de interés que pagan todos los países por su deuda; el Tesoro español y el italiano han emitido esta semana bonos a intereses negativos —en plata: cobran por endeudarse—, por lo que los incentivos para pedir los créditos a la UE, por muy baratos que sean, se reducen. Dos: la brumosa condicionalidad asociada a los fondos sigue siendo un elemento de disuasión, así como la sospecha de que tarde o temprano Bruselas volverá a pedir ajustes a los países que tengan su deuda por las nubes (y en toda la franja Sur el endeudamiento público está por encima del 100% del PIB). Y tres: ni siquiera está claro que las capitales tengan capacidad administrativa para gastarse todo ese dinero. Así que España y otros países se agarran al pájaro en mano de las ayudas a fondo perdido, y dejan los créditos en el aire. Eso sí, las leyes de Newton (“a toda acción se opone siempre una reacción igual”) también valen para la economía: el riesgo es que el estímulo fiscal europeo acabe teniendo un calibre inferior al que se preveía, y si eso sucede la recuperación será menos vigorosa.
Fuente: EL PAÍS
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