Las expectativas de mejora tras el fin del confinamiento no se cumplen en un sector básico para España, con llegadas, ocupación y gasto en niveles mínimos
El turismo entró en barrena a mediados de marzo con la pandemia. Durante la apertura que siguió al cerrojazo de la economía —el periodo bautizado como nueva normalidad—, se ha anotado un rebote muy tímido, a la espera de ver cómo evoluciona la covid. Sin embargo, para muchas empresas ya ha sido suficiente y el deterioro resulta insoportable. Se espera un otoño complicado, definitivo para buena parte del tejido productivo, que morirá desangrado por la crisis del coronavirus. Fuentes del sector apuntan a cierres y despidos masivos ante esta tesitura.
La retahíla de datos publicados por los organismos oficiales confirma que el escenario para el sector turístico figura entre los peores. Si había algún atisbo de esperanza en una recuperación en verano se esfumó en cuestión de días. La movilidad nunca se recuperó y, por si fuese poco, la aparición de cada vez más rebrotes hizo que el Reino Unido, Francia y Alemania, entre otros países, anunciasen restricciones a los viajeros que llegaran desde España, decisión que asestó el golpe de gracia a la industria española, que vive un verano (y un año) muy negro.
Sin visitantes extranjeros. Entre los datos que confirman el descalabro destaca el de las llegadas de viajeros extranjeros. En 2019, visitaron el país 83,7 millones de turistas de otras naciones, un récord a años luz de la realidad actual. Entre enero y junio ya se han perdido 27 millones de visitantes, y queda por delante un vacío que seguirá agrandando la brecha con respecto al pasado ejercicio. Lo peor pasó en abril y mayo, cuando el turismo se quedó a cero. También fue nulo en la segunda quincena de marzo y en los primeros 20 días de junio. Tras ese shock, el rebote ha comenzado, aunque de forma muy débil.
Fuente: EL PAÍS
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