El índice de producción industrial registró en mayo un incremento mensual del 14,7% (según los datos corregidos de estacionalidad y calendario que ofrece el INE). Pero este no debe ser el titular puesto que se está comparando con abril, cuando se paralizó la economía para minimizar la movilidad y ser más efectivos en la lucha contra el Covid-19. Por supuesto, el cambio de tendencia es muy relevante e indica que la industria ya ha tocado fondo, pero la producción industrial en mayo de 2020 todavía era un 24,5% inferior a la de mayo de 2019.
En realidad, no es extraño que en mayo se reduzca la producción anual, lo preocupante es la magnitud de dicha caída. La comparación con el mes de marzo aporta claves significativas puesto que en ninguno de estos meses se prohibió la actividad industrial. Es cierto que el confinamiento se prolongó durante mayo (la Comunidad de Madrid o Barcelona, por ejemplo, estuvieron en fase 0 hasta el 25 de mayo), pero fue más suave (se permitían salidas o la apertura de algunos comercios). Aun así, el ajuste del 24,5% es muy superior al registrado en marzo que (con la última revisión realizada en el INE) se situó en el 14,1%. Un cálculo burdo, pero orientativo, sugiere que cada semana de confinamiento en marzo mermó la producción industrial anual un 7,05%; mientras que en mayo esta cifra se eleva al 8,2%. En definitiva, este primer elemento de análisis pone de manifiesto la dificultad que supone el retorno a los niveles de previos de actividad.
La comparación internacional confirma que, en mayo, se ha frenado la fuerte tendencia descendente de marzo y abril. Italia está reactivando rápidamente su industria, ya que registra una caída anual de “tan solo” el 20,3% frente a los retrocesos de Alemania, Francia y España, del 23,2%, 23,7% y 24,5%, respectivamente. Luego, si se asume que Italia muestra cierto adelanto en los efectos económicos provocados por la pandemia, este es un resultado alentador.
En las manufacturas españolas los sectores que más rápido están retomando la actividad son aquellos que menos sufrieron los efectos negativos en marzo. Si bien, llama la atención el comportamiento de los productos farmacéuticos que aumentaron su producción en marzo, por motivos obvios; sin embargo, en mayo registran una contracción en la producción anual del 20,3%. El sector de alimentación prácticamente mantuvo su producción al inicio del confinamiento debido a un efecto rebote en las compras de los hogares que compensó la suspensión de la actividad en el canal Horeca (hostelería, restaurantes y cafeterías). No obstante, ese efecto rebote ha desaparecido y ya registra un retroceso del 10,8%. La escasa actividad en el sector de la hostelería también explica la fuerte disminución en la producción anual del sector de bebidas (23,4%).
Entre los sectores que habían registrado caídas importantes en marzo, solo la fabricación de productos metálicos y otro material de transporte han conseguido mejorar su situación. En cierta medida, este resultado es lógico pues se utilizan como inputs en la fabricación de otras manufacturas. En el extremo opuesto se encuentra la confección que está reduciendo su producción anual a un ritmo del 80% (en abril lo hizo al 77,2% y en marzo al 32,1%). Además, el sector textil en mayo ha retrocedido un 35,1% anual, por lo que surge la alerta sobre la difícil situación que atraviesa la industria relacionada con la moda en España. Parte de esta adversa situación se explica por la elevada dependencia de producciones en mercados lejanos (China, pero también otros como Bangladesh o Vietnam). Por ello, este sería un buen momento para replantearse la estrategia de deslocalización masiva.
Pero, de nuevo, el sector de fabricación de vehículos, partes y componentes es el que más está acusando los efectos negativos. Si en marzo la disminución en su producción fue superior al 40%, en mayo el retroceso respecto a mayo de 2019 ha alcanzado el 60,6%. Aunque el 11 de mayo retomaron la actividad las últimas factorías fabricantes de vehículos que quedaban cerradas (a excepción de la factoría de Nissan en la zona Franca de Barcelona), lo hicieron a un nivel de capacidad muy bajo para adaptarse a las nuevas medidas de seguridad. Por ello, este ajuste tan intenso indica que las empresas fabricantes están muy lejos de alcanzar su producción habitual. La aprobación del Plan Renove 2020 contribuirán sin duda a mejorar esta situación.
En suma, las manufacturas españolas están produciendo a medio gas, esperando a que se reactive la demanda. Pero teniendo en cuenta la estacionalidad de la producción (con una reducción de la actividad en los meses estivales) y la extensión de los ERTE hasta finales de septiembre, todo hacer pensar que van a seguir con un ritmo lento de retorno al nivel de producción previo a la pandemia.
María José Moral es Profesora titular de Economía Aplicada en la UNED e investigadora de Funcas. Fuente Cinco dias.