Publicado el 7/08/2020 Categoría: Actualidad

El mes que Cantabria dobló en turistas a Canarias desvela la recuperación asimétrica que afronta España



La pandemia del covid-19 está dejando una larga hilera de datos económicos que pasarán a la historia. La singularidad de esta crisis, el miedo de los viajeros y las restricciones han generado una situación inédita: en el mes de junio Cantabria ha recibido el doble de turistas que Canarias, cuando lo normal es que las islas reciban un número de viajeros hasta siete veces superior que la pequeña región del norte. Este dato, aislado y poco representativo, deja entrever, no obstante, el arduo escenario al que se enfrentan las regiones más dependientes del turismo. Si no se produce una recuperación rápida de los flujos de viajeros que llegan del exterior (hay que parar al covid-19) se corre el riesgo de generar una recuperación muy desigual, asimétrica, con unas regiones que se comportan mucho mejor que otras y unos sectores que vuelven a la normalidad antes que otros. Este verano no está siendo nada corriente. Más allá de la casi nula llegada de visitantes extranjeros, el turista nacional se ha marchado en masa hacia el norte, dejando unas ocupaciones decentes en julio en regiones como Cantabria (según las primeras estimaciones del sector), mientras que los tradicionales destinos de sol y playa quedan semi-desiertos. Las imágenes de playas vacías contrastan con la de pueblos como Laredo, Comillas o San Vicente de la Barquera (ocurre algo similar con los pueblos más visitados de Asturias), que según fuentes del sector turístico cántabro están viviendo un verano bueno para lo que se esperaba.

En una región como Cantabria, en la que el peso del turismo en el empleo (11% de los ocupados) y sobre el PIB (10,9%) está por debajo de la media nacional, este sector está logrando un verano digno. Por el contrario, regiones como Baleares o Canarias, donde el turismo da empleo al 30% de los ocupados y genera el 35% o más del PIB, están sufriendo un verano atípico, pese a los esfuerzos por atraer turistas. En una economía teledirigida lo idóneo sería canalizar todo el turismo nacional a estos destinos para conseguir amortiguar el golpe económico lo máximo posible y evitar grandes asimetrías entre regiones. Pero esto es el mundo real y con nuestras decisiones vacacionales también estamos contribuyendo, de forma inconsciente, a generar una crisis y recuperación más asimétrica.

 

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