Bruselas también sopesa ofrecer a los cuatro socios más reacios una rebaja en la aportación al presupuesto comunitario
La cumbre europea de este viernes apunta a un endurecimiento de las condiciones de acceso al Fondo europeo de recuperación como vía para superar el veto de los socios más reacios al proyecto, en particular, Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca. Bruselas también sopesa ofrecer a esos cuatro socios una rebaja en la aportación al presupuesto comunitario para facilitar la aprobación del Fondo en un tiempo récord y permitir que las primeras ayudas lleguen a finales de este año o primeros de 2021 como muy tarde.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha convocado la cumbre virtual a las 10 de la mañana en lugar del horario habitual de las tres de la tarde, en clara previsión de una jornada que se anticipa tensa, minada por intereses contradictorios y proclive al descarrilamiento. Fuentes comunitarias indican en las horas previas del encuentro que el principal objetivo “será consolidar los puntos en común” en torno al proyecto del Fondo de Recuperación e “identificar las áreas más conflictivas para cada país”. La negociación pura y dura se espera que tenga lugar en julio.
El escenario previsto, según fuentes diplomáticas, es una negociación con tres vértices: volumen de préstamos, volumen de subsidios y condicionalidad para el desembolso. “Cuanto más alto sea el porcentaje de subsidios más dura será la condicionalidad”, pronostican esas fuentes.
La Comisión Europea propuso el pasado 27 de mayo un Fondo dotado con 750.000 millones de euro, con medio billón destinado a subsidios y el resto, a préstamos. El proyecto de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, planteaba además una condicionalidad relativamente suave, vinculada a las recomendaciones anuales sobre reformas que la UE aprueba en el marco de vigilancia macroeconómica conocido como Semestre europeo.
Fuentes de la negociación, sin embargo, consideran inevitable endurecer la condicionalidad propuesta de la Comisión. El grupo de los llamados halcones, formado por Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca, llega a la cumbre con ese objetivo. Y los negociadores consideran “imprescindible hacer alguna concesión a esos países para que acepten que la mayor parte de los recursos se destinen a subsidios”.
Michel deberá buscar un difícil equilibrio para que el endurecimiento no inutilice un fondo cuyo principal objetivo, según la Comisión, debe ser contribuir al relanzamiento de la economía europea con un rápido desembolso. Las cesiones hacia el bloque duro, además, pueden provocar la reacción contraria de otros socios.
Fuentes francesas advierten que “la condicionalidad es aceptable, pero no se puede convertir en un farragoso sistema de verificación burocrática”. España, que se perfila como el segundo gran receptor del fondo por detrás de Italia, defiende que “el dinero se invierta en renovar el tejido empresarial, en el Pacto Verde o en mejorar la eficiencia de nuestra economía”.
El debate se reproduce en el Parlamento Europeo, donde el Partido Popular europeo (PPE) exige “evitar que el dinero se use para financiar proyectos ideológicos”, una condición discrecional que parece apuntar a la presencia en gobiernos de partidos como Podemos. La eurodiputada Iratxe García, líder en la eurocámara del grupo socialista (S&D) señala, en cambio, que “la única condicionalidad que puede haber es el respeto del Estado de derecho y de los valores fundamentales”.
Michel ha mantenido numerosas conversaciones durante las últimas dos semanas con los primeros ministros de todos los países y llega con una idea bastante aproximada de las líneas rojas de cada socio. Todos los socios, hasta los más reacios, han aceptado ya que el fondo se financiará mediante una emisión de deuda europea por un volumen sin precedentes en la historia del club. Para hacerlo, se prevé ampliar temporalmente el techo de los llamados recursos propios del presupuesto comunitario (hasta el 2% de la Renta Nacional Bruta), lo que permitiría colocar en el mercado bonos por valor de 750.000 millones de euros mediante el aval de los Estados miembros. “Esperemos que en la cumbre no se dé marcha atrás en ninguno de los puntos aceptados hasta ahora”, cruza los dedos una fuente de la Comisión Europea.
Pero las negociaciones sobre dinero pueden torcerse en cualquier momento, como comprobó Michel en la fracasada cumbre de febrero, cuando encalló la negociación las cuentas del club para el período 2021-2027, en lo que se conoce como Marco Financiero plurianual (MFP). “El ambiente ha mejorado mucho en relación con febrero”, señalan fuentes diplomáticas. La urgencia provocada por la pandemia ha acelerado la necesidad de acordar no solo el marco presupuestario sino también un Fondo de Recuperación que, según la propuesta de la Comisión Europea, debería estar dotado con 750.000 millones de euros.
La mayoría de las fuentes consultadas coinciden en que el acuerdo debería cerrarse durante el mes de julio, tanto para lograr que el dinero llegue cuanto antes a los sectores y países más golpeados por la pandemia como para evitar que un previsible deterioro económico lleve a algunos socios hacia posiciones aún más duras.
“La crisis provocada por la pandemia va a tener cada vez consecuencias más tangibles y dolorosas, con un aumento del desempleo y de las quiebras empresariales en las próximas semanas, por lo que cualquier retraso puede colocar la negociación en un escenario aún más complicado y difícil para los Gobiernos”, advierte un alto cargo comunitario.
Cheques compensatorios
El impulso definitivo a la negociación se espera que llegue a partir del 1 de julio, con la llegada a la presidencia semestral del club de la canciller alemana, Angela Merkel. Berlín se ha marcado como prioridad absoluta de su presidencia la lucha contra la pandemia. Y confía en cerrar en julio el acuerdo del Consejo sobre el Fondo de Recuperación y sobre el Marco Financiero Plurianual (MFP) para 2021-2027, cifrado en 1,1 billones de euros en la propuesta de la Comisión.
Los incesantes contactos de Michel y Von der Leyen con las capitales durante las últimas semanas ya han logrado, al menos, dos avances. “Todos los socios aceptan que las propuestas de la Comisión para el fondo y para el MFP deben ser la base del acuerdo y que ambas van unidas”, apunta una fuente al tanto de los contactos previos a la cumbre. Y en segundo lugar, se ha evitado que el bloque de los cuatro halcones ampliase su perímetro, con la temida incorporación de algún país báltico o algún país del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República checa y Eslovaquia).
En vísperas de la cumbre, el primer ministro holandés, Mark Rutte, y sus aliados, se encuentran sin ningún apoyo claro. Y han perdido el respaldo tácito que en febrero les daba Merkel, que ahora es partidaria de un presupuesto comunitario expansivo y de un fondo con parte de subsidios. Aun así, el acuerdo del Consejo requiere unanimidad por lo que un solo país podría vetar el acuerdo.
La Comisión ha dejado a Michel un último as en la manga, en la forma de los llamados cheques de descuento en la contribución al presupuesto. Los cuatro halcones tienen asignado un descuento en su aportación, rebaja que Bruselas quería eliminar después del Brexit dado que el origen de esos ajustes fue el famoso cheque británico. Los negociadores apuntan ahora a prolongar los cheques tras la salida del Reino Unido. Para Austria y Dinamarca se trata de poco más que un gesto simbólico de cara a su opinión pública, porque el descuento es bastante menor. Pero a Suecia le puede recortar la factura anual en más de 700 millones de euros y a Países Bajos, en más de 1.500 millones.