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Toro Equipment, un fabricante de equipos para el tratamiento de aguas residuales, tenía todo listo para participar este año en seis ferias internacionales: catálogos traducidos, reservas hoteleras, entrevistas cerradas…, cuando de pronto la epidemia de coronavirus que había empezado en China se salió de control y se propagó por el mundo.
La empresa, que exporta a más de 50 países, principalmente de América, había programado asistir a cuatro salones especializados de Asia, mercado donde habían decidido focalizar los esfuerzos de promoción comercial de este año, y a la IFAT de Múnich y Weftec de Nueva Orleans.
“En cuanto se canceló el Mobile World Congress de Barcelona detuvimos los pagos a los organizadores y salvamos el presupuesto del plan”, de 120.000 euros, recuerda Santiago Salcedo, propietario de esta compañía de 120 empleados radicada en Valladolid que cumplió 30 años en marzo, justo cuando el Gobierno ordenó el confinamiento de la población y el cierre de las fronteras para detener el brote en España.
Aunque se libraron a tiempo de perder la inversión, Salcedo cree que, a la larga, Toro, que factura el 85% de sus ventas en el exterior, acusará las consecuencias de no haber podido viajar.
A diferencia de 2008, esta vez la cuarentena pone fuera de alcance a los mercados emergentes.
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