La industria española se ha contagiado de una cadena de solidaridad. Factorías aeronáuticas, automovilísticas, cosméticas, textiles o cerveceras se reconvierten a toda velocidad para contrarrestar el desabastecimiento de material sanitario. Entramos en sus renovadas plantas de producción.
El Ministerio de Sanidad considera la actividad de todas estas factorías y el resto de las que están participando solidariamente en la lucha contra la pandemia como “una herramienta indispensable para hacer frente a las necesidades sanitarias nacionales, además de un estímulo para la industria”. Así se están materializando proyectos importantes de fabricación nacional de productos sanitarios, cuyo abastecimiento anteriormente dependía mucho de la elaboración de terceros países, señalan.
Por ello no es de extrañar que aumente el número de voces, incluso dentro del propio Gobierno, que critican esa dependencia del exterior y apuestan porque las empresas españolas se encarguen de producir más material sanitario, desde medicinas hasta equipos de protección, para que la siguiente pandemia no nos coja por la espalda, con los deberes por hacer.
Entre tanto, las compañías españolas que han reconvertido sus fábricas para combatir la covid-19 y perseveran en su función de apoyo a la sociedad, esas que no quieren saber nada (aunque lo sepan) del dinero que han invertido con su respuesta de emergencia, además de sentirse orgullosas de sus equipos humanos y de su acción, creen que también han ganado.
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