Las comunidades tienen cedidos una serie de impuestos, como el que grava el patrimonio, el que se aplica a las donaciones y herencias o el que se paga cuando se escritura la compra de una vivienda.
Las autonomías gozan de completa capacidad normativa sobre los mismos. Con el estallido de la pandemia, la aportación de estas figuras a las Haciendas autonómicas se ha hundido: su recaudación se ha desplomado un 25% hasta julio, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Hacienda. La caída duplica a la que sufren los impuestos estatales o compartidos, como el IRPF, IVA, o sociedades entre otros, que retroceden un 12% hasta julio, según la Agencia Tributaria.
Las causas de estas profundas caídas de los impuestos regionales no hay que buscarlas solo en el parón de la actividad provocado durante el confinamiento. También se debe a las medidas de alivio fiscal lanzadas por las autonomías. La mayoría de los territorios aprobaron aplazamientos en las liquidaciones de impuestos durante las peores semanas del confinamiento, siguiendo la estela de lo que permitió la Administración central para aquellas empresas o contribuyentes más perjudicados por la reclusión.
“La mayoría de comunidades optó por aplazar el impuesto de sucesiones, que además tiene seis meses de plazo para liquidarse. Además, el impuesto sobre transmisiones patrimoniales y el de actos jurídicos documentados [que gravan la compraventa de vivienda] han caído porque no habido operaciones”, resume Agustín Fernández, presidente del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF) del Consejo General de Economistas. Las cifras de Hacienda muestran la dimensión del impacto: la recaudación del impuesto sobre sucesiones y donaciones cayó un 27% hasta julio y se situó en 1.200 millones; la brindada por el impuesto sobre transmisiones patrimoniales y el de actos jurídicos documentados se desplomó casi un 26% hasta los 3.900 millones, mientras que la contribución de los tributos sobre el juego, principalmente por el cierre de locales, se hundió más de un 39% respecto al mismo periodo de 2019.
“Todo lo que pase a partir de ahora va a venir condicionado no por el confinamiento, sino por la situación económica. Probablemente a partir de septiembre o diciembre tendremos una visión de futuro de cómo se van a recolocar las cosas”, augura Fernández.
Fuente: EL PAÍS
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