Los sistemas de desempleo temporal, conocidos en España como ERTE, han permitido a gran parte de los estados miembros de la Unión Europea prevenir la destrucción de empleo a consecuencia de la crisis del COVID19 y las medidas puestas en marcha para limitar la expansión del virus. Aunque diseñadas para periodos cortos de tiempo, las grandes economías de la UE optan por extenderlos ante el acoso de los rebrotes.
Si algo ha aprendido la UE de la crisis de 2008 es la importancia de preservar el empleo. Bruselas celebra desde hace meses que los estados miembros hayan optado por sistemas de desempleo temporal y subsidios para apoyar a empresas y trabajadores durante la crisis y así, evitar la destrucción de puestos de trabajo y mitigar el impacto de la congelación de facto de la economía. Pero los veintisiete contaban con haber vuelto a estas alturas a la normalidad.
Según cifras de Eurostat, la economía europea cayó un 11,7% en el segundo trimestre de 2020 y el empleo, en un 2.6%. La Comisión, en sus previsiones de julio, calculó el agujero en el producto interior bruto de la Unión en alrededor del 8,3% para este año, aunque esperaba un repunte en 2021. La ola de rebrotes que recorre en mayor o menor medida el continente, obligando a endurecer las medidas de contención, pone de nuevo en riesgo la recuperación económica. El Banco Central Europeo advirtió también el pasado jueves de los riesgos para la economía de la Eurozona de un incremento importante del desempleo a partir de otoño y mostró su preocupación porque las políticas laborales no estén al nivel de los esfuerzos monetarios y fiscales en marcha.
Fuente: EL MUNDO
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